• 20 MAR 15
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    La miopía está alcanzando proporciones de pandemia mundial

    La miopía está alcanzando proporciones de pandemia mundial

    La prevalencia de la miopía se está disparando en todo el mundo, especialmente en Asia pero también en Europa y Norteamérica. Diversos científicos creen haber hallado la posible causa: el escaso tiempo de exposición a la luz exterior hace que los ojos de niños y adolescentes no se desarrollen correctamente.

    La prevalencia de la miopía se ha duplicado durante el último medio siglo
    El Extremo Oriente se está viendo afectado por una epidemia de miopía sin precedentes. Hace 60 años, entre el 10 y el 20% de la población china tenía miopía; en la actualidad, el 90% de adolescentes y jóvenes adultos padecen este problema. En Seúl, capital de Corea del Sur, nada menos que un 96,5% de los hombres de 19 años de edad son miopes. Otras regiones del mundo también han visto como esta afección se disparaba, duplicándose la prevalencia con respecto a hace medio siglo. Algunos estudios calculan que hacia 2020 una tercera parte de la población mundial padecerá miopía. La miopía no es siempre una simple molestia. Aunque se puede corregir por medio de gafas, lentes de contacto o cirugía, el problema de fondo no puede corregirse: un globo ocular ligeramente alongado que hace que la lente refleje la luz de objetos lejanos ligeramente frente a la retina en lugar de directamente sobre esta. En casos más graves, la deformación estira y estrecha las regiones internas del ojo, aumentando el riesgo de desprendimiento de retina, cataratas, glaucoma e incluso ceguera. Dado que el ojo crece durante la infancia, la miopía suele desarrollarse en niños en edad escolar y en adolescentes. Aproximadamente una quinta parte de las personas en edad universitaria en el Extremo Oriente padece esta variante extremadamente severa de miopía, y la mitad de ellos se cree que desarrollarán pérdida de visión irreversible.

    Este problema ha provocado una respuesta de la comunidad científica para buscar la causa y proponer posibles soluciones. Una de las teorías propuestas achaca la pandemia de miopía al mucho tiempo pasado en el interior de casa por parte de niños y adolescentes.

    ¿Posibles causas?
    Durante muchos años, el consenso científico era que la miopía se debía principalmente a la genética. Estudios realizados en los años sesenta habían demostrado que este problema era más común entre gemelos genéticamente idénticos que en gemelos no idénticos, lo cual sugeriría que el ADN influye en la susceptibilidad a desarrollar miopía. Diversos estudios han hallado más de 100 regiones del genoma asociadas a la miopía. Pero pronto quedó claro que los genes no lo explicaban todo. En 1969, un estudio de los inuit de Alaska demostraba que en adultos que se habían desarrollado en comunidades aisladas, tan sólo 2 de 131 habían desarrollado miopía, mientras que más de la mitad de sus hijos y nietos eran miopes. Los cambios genéticos tienen lugar demasiado lentamente como para explicar un cambio tan rápido, por lo que debía existir un elemento externo, ambiental. El sospechoso número uno era el estudio de textos escritos: desde hace siglos se cree que leer largas horas está asociado a la miopía.

    Por otra parte, la pandemia de miopía viene a “reflejar” una tendencia existente en los niños de numerosos países, los cuales pasan cada vez más tiempo leyendo, estudiando o mirando pantallas de móviles y ordenadores. Por otra parte, los investigadores han documentado una fuerte asociación entre niveles educativos y prevalencia de miopía. A nivel de biología, parece plausible teorizar que trabajar durante horas con objetos cercanos podría alterar el crecimiento del globo ocular, dado que este va adaptándose a la luz entrante para enfocar sobre la retina imágenes próximas.

    No obstante, esta idea, por más evidente que pudiera parecer, no se sostenía. A comienzos de la década pasada, al estudiar hábitos de lectura u horas pasadas leyendo o empleando un ordenador, ninguno de estos factores parecía ser una causa principal de riesgo de miopía. Pero existía un factor que sí que parecía estar relacionado. En un estudio de 2007, se analizó el tiempo pasado expuestos a la luz diurna en unos 500 niños de 8 y 9 años de edad. Al cabo de cinco años, uno de cada cinco había desarrollado miopía, y el único factor ambiental fuertemente asociado a la enfermedad era el tiempo pasado al aire libre. Tras revisar los datos varias veces, llegaron a la conclusión de que pasar poco tiempo al aire libre era un factor de riesgo para la miopía. Un estudio de 4.000 niños en Sidney, Australia, llegó a la misma conclusión. Se estudió si la actividad física podía tener un efecto beneficioso, pero la actividad física en interiores (gimnasios, piscinas) no tenía ningún efecto protector contra la miopía. El factor que parecía ser decisivo era la exposición de los ojos a la luz brillante. Aunque se ha criticado esta explicación como una simplificación excesiva de un proceso muy complejo, los modelos animales con gallinas parecen confirmar la idea de que la luz protege de la miopía. En 2009, investigadores de la Universidad de Tubinga, en Alemania, realizaron un experimento en el que criar aves en condiciones de mucha iluminación retrasaba el desarrollo de miopía inducida aproximadamente en un 60%.

    Exposición a la luz solar
    Los investigadores estudian el posible mecanismo que explica este fenómeno: la principal hipótesis es que la luz estimula la liberación de dopamina en la retina, y este neurotransmisor a su vez bloquea la elongación del ojo durante el desarrollo. La mejor evidencia de esta teoría viene de nuevo de experimentos con gallinas: en 2010, los científicos de la Universidad de Tubinga demostraron que al inyectar un fármaco inhibidor de la dopamina se anulaba el efecto protector de la luz brillante. En base a estudios epidemiológicos, investigadores australianos han calculado que para quedar protegidos de la miopía los niños necesitan pasar al menos tres horas al día bajo niveles de luz de al menos 10.000 lux (una habitación u oficina bien iluminada no suele pasar de los 500 lux). Tres o más horas de tiempo pasado al aire libre es la norma entre los niños australianos, donde apenas el 30% de los adolescentes de 17 años de edad padecen miopía. Pero en muchas regiones del planeta, incluyendo los EE.UU, Europa y Extremo Oriente, los niños no pasan al aire libre más de una o dos horas de media.

    Fuente: medicina21

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